7 mar 2012

leyendas urbanas japonesas

Kuchisake onna: Noche oscura, carretera solitaria,
conductor confiado, autoestopista hermosa. Pero no, no es la
autoestopista fantasma de la versión occidental. Aunque el cuerpo de la
pasajera se intuye bello y sus ojos anticipan un rostro fascinante la
parte inferior de su cara está oculta con un velo blanco. La mujer se
sienta en el asiento de atrás y el conductor reanuda el viaje.
“¿Soy hermosa?” -le pregunta la pasajera al conductor.
“Sí, lo es”, afirma el hombre, y para confirmar sus primeras
impresiones le dirige una mirada a través del espejo retrovisor. Pero
la mujer se ha quitado el velo que cubría su boca y ésta aparece
abierta con unos profundos cortes que le llegan hasta la orejas en una
gran sonrisa macabra al fondo de la cual culebrea su lengua. El
conductor ni siquiera escucha sus gritos de horror, a partir de este
momento lo único que escuchará es la pregunta repetirse una y otra vez
en su cerebro: “¿Soy hermosa?… ¿soy hermosa?… ¿soy hermosa?…”
En otras versiones Kuchisake onna, la mujer de la cara cortada, caza y
desfigura niños con su gran velocidad sorprendiendolos cuando menos se
lo esperan. A veces se puede escapar de ella lanzandole un fruta lo que
da al perseguido el tiempo suficiente para huir.

El último cliente:
Un taxista regresa de llevar a
un pasajero por una solitaria carretera de montaña, para su sorpresa
encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. El hombre se
acomoda en el asiento de atrás del taxi y da una dirección, aunque el
lugar es desconocido para el taxista el pasajero se compromete a
guiarlo para llegar a su destino.
Atraviesan pequeños pueblos, pasan por caminos olvidados y poco a poco
el taxista comienza a inquietarse. Tras un buen rato de conducción se
gira hacia atrás y pregunta al pasajero dónde se encuentran. Al hacerlo
se sorprende por última vez al ver que el pasajero ha desaparecido, sin
embargo se solventan sus dudas sobre donde está: al borde del
precipicio a punto de dejar que sea la gravedad quien marque velocidad
y recorrido.
Kokkuri-san, Kokkuri-san, dime, ¿cuándo me voy a morir?:
Kokkuri-san, es la ouija japonesa, para aterrorizarnos se necesitarán
los siguientes elementos: dos estudiantes japonesas (por si solas no
debian causarnos terror), el alfabeto hiragana (esto si que da miedo)
escrito en un tablero o en una hoja grande y un bolígrafo que debe ser
sostenido por las susodichas mientras hacen preguntas tenebrosas al
Kokkuri-san.

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